Chivito Montes a las brasas

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Hola escurridizos lectores, esta vez voy a contarles un recuerdo: hace ya unos cuantos años en el pasado vivi en la provincia de Catamarca mas precisamente en un pueblo llamado Londres. Este pueblo fue la primera localidad fundada por españoles en Catamarca y la segunda en territorio argentino.

Tiene casas coloniales de hasta 300 años! Es muy pintoresco rodeados de cerros y de su gente amable y humilde de corazón. Su nombre fue dado en honor al casamiento entre Felipe II de España y la princesa Maria Tudor de Inglaterra de donde ella era oriunda.

Con un amigo de ese momento con el cual administrábamos un hospedaje tuvimos el antojo de comer chivito a la parrilla con hierbas de la región...en este serrano paraje si querías comer eso no era tan fácil como ir a la carnicería. Tampoco queríamos eso. Así que la aventura consistía en hacer unas cuantas horas de caminata hasta un rancho en medio del los cerros donde un pastor tenia chivitos para la venta.

Salimos temprano porque era una misión que ocuparía casi el día entero. Pensábamos que sacrificar la vida de un animal merecía ese esfuerzo. El paisaje iba poniendo sobre nuestros corazones alegría y la aventura que buscábamos porque no era fácil llegar a destino. No contábamos con mapas ni nada por el estilo...solamente nos habían explicado el recorrido verbalmente y no había un sendero marcado con claridad en muchas partes del camino. Nos perdimos y tardamos mas de la cuenta en ver sobre una loma despejada una rancho de piedra y madera con una chimenea humeante cual cuento de hadas.

Aplaudimos a modo de timbre y salio un hombre con el cual charlamos un rato y nos dio la posibilidad de elegir de su rebaño un animalito para nuestro fin. Nos dijo que volvamos en un rato que ya iba estar listo para que nos lo lleváramos, así que fuimos a tomar unos mates al costado de un riacho que estaba cerca. Pasado un tiempo prudente volvimos y dentro de una bolsa arpillera sangrante nos llevamos 4 kilos de Chivito fresco. Demasiado fresco pensé.

La vuelta fue mas fácil porque recordábamos el camino pero el peso del animal fue dificultando el retorno. Imagínense caminar cuatro horas cargando una bolsa de 4 kilos por subidas y bajas del terraplen...Finalmente llegamos justo antes que atardeciera y eso nos tranquilizo porque ser invadido por la noche en el monte no suele ser recomendable.

Esa noche nos fuimos a descansar sin demoras por el cansancio y porque al siguiente queríamos levantarnos temprano para cocinar la pieza desde temprano. Y así fue que después de que algunos gallos apuntaran el alba con puntualidad y la pava junto al mate fueran un cuadro rural en vivo me puse a desayunar. Luego a juntar leñita fina en el fondo de la casa para encender el fuego porque ya habiamos juntado troncos gruesos para hacer una buena cantidad de brasas Adobamos la carne con romero, inca yuyo y pimientas silvestres y suavemente colocamos al animalejo sobre la parrilla que estaba al ras del suelo.

Luego de 6 hs de cocinarse a fuego lento y botella de vino tinto mediante que promulgo anécdotas, confesiones y risas varias llego el clímax. La carne se desprendía sola de los huesos con un vapor aromatizado a especias en platos de madera circulares.

Creo que ya era la hora de volver a tomar mate pero nosotros estábamos almorzando en el fondo de mi casa en Catamarca, a la sombra de un algarrobo y en la paz de una tarde Londrina.